El viejo y el asfalto
Salí a pasear con mi perra Lúa.
Encontramos una furgo de esas que ahora se camperizan con un señor de cierta edad sentado en uno de esos bancos con mesa que hay por todas partes.
Como a Lúa le gusta saludar a los bípedos y a no todos los bípedos les gustan los perros, la llamé para atarla. El hombre al oír mi armoniosa voz se giró y con señas me dijo que la dejase suelta.
El hombre parecía que había terminado de comer y tenía una pequeña cafetera sobre un pequeño a hornillo de gas. Olía bien a café.
Me acerqué y al mirarme y verme me invitó a sentarme a tomar café y compartir algún pitillo.
Como buen adicto a la cafeína acepté.
Me contó el viajero que llevaba más de dos años recorriendo España sin prisa alguna. Nadie le espera.
Justo al jubilarse enviudó y lejos de quedarse en casa decidió comprar una furgo de segunda o tercera mano, camperizarla de cualquier manera y lanzarse al asfalto.
Olé por el.
Un texto lleno de sensibilidad,facil de leer hasta el final, se hace corto, quieres más,enhorabuena. Vikingo
ResponderEliminarSe hace corto, introduces al lector en una historia que se termina de una forma abrupta. Uno espera que el viejo, hombre, señor cuente más...No le espera nadie ( imaginemos que sin hijos o con ellos que le ignoran ) tienes un buen hilo conductor para satisfacer al lector y saber el porqué de su decisión.
ResponderEliminarVikingo, nos dejas con la miel en los labios. Este viejo tiene algo que contar, seguro. Aprovechala.
ResponderEliminarQueremos saber más.
Ei!! Molt bò el moment i si, tenen raó els comentaris anteriors, aquest home segur q té més coses per explicar... Elena
ResponderEliminarEl autor nos deja con ganas de mucho más
ResponderEliminarEsta historia merece una continuación......ahí lo dejo....
ResponderEliminarComparto la mayoría de los comentarios......y sí apetece saber más del protagonista.....!
ResponderEliminarSoy el vecino de al lado....😅
ResponderEliminar