Despedida

 No me busques en una tumba, en una urna, en un panteón. Bien sabes que nunca me gustó el encierro, y ahora que mi cuerpo ya no es prisión soy para siempre tuyo y del viento.

Búscame entre las agujas de la lavanda, tu qué sabes cuánto amaba las flores, los olores y los colores.

Búscame una mañana llena de niebla, escondido entre los pinos y los robles bajando por el manantial de agua fresca, surcando el cielo con las garzas

Búscame cuando el sol de mediodía te envuelva entre sus rayos haciéndote buscar la sombra entre un hayedo, recuérdame ahí con su aroma.

Búscame una tarde lluviosa en la taza de café que tú corazón reconforta, en los momentos felices que pasamos juntos, en nuestras pláticas más inverosímiles.

Ya no me llores por qué me afliges, se que es duro ya no poder vernos, pero aún podemos sentirnos, acompañarnos, y sobretodo amarnos, por qué se va el cuerpo pero el amor es eterno y no entiende de materia, tiempo o espacio.

Así que me quedo aquí, contigo, y con todas las cosas que amé y que cada día me hicieron sentir vivo, y también me quedo dormido, en el pecho de la muerte piadosa, liberadora, incomprendida y a veces repudiada, pero tan nuestra como la vida misma, tan serena y tranquila que nadie lo creería.

Te espero aquí, y te acompaño cada día, camina a tu ritmo, no hay prisa, yo ya estoy contigo, esperando cada día ver tu sonrisa, verte explotando cada segundo, cada minuto, cada maravilla que nos regala tu mundo, y cuando vengas aquí te espero, para tomarnos una cerveza y brindar por lo maravillosa que fue la vida...

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